Suspendida

Tenía una sensación extraña, le parecía como si en algunos momentos del día la estuvieran vigilando, sentía como si hubiera una presencia constante acompañándola en la intimidad del pequeño refugio, como si lo que ella pensara, alguien desde afuera se lo respondiera…pero claro, no podría ser más que una mala jugada de su mente, el encierro la irritaba y la ponía al borde de la locura.

Los días y las noches se comenzaron a hacer eternos, parecía como si el tiempo se estancara, sus horarios de comidas se fueron haciendo más desordenados y el sueño no lo conciliaba si no en pequeños fragmentos, tanto en el día como en la noche.
Pensó que tal vez el misterioso inquilino pudo tener acceso a su apartamento, tiempo antes que ella lo habitara. Tal vez los anteriores moradores le podían haber dejado una copia de la llave o simplemente se las ideo para sacarle un duplicado, cuando por descuido pudo coger la llave maestra, que seguro permanecía en custodia de la portería.

Calculó todos los movimientos que el intruso podría hacer en una indeseada visita a su reducido espacio, entonces como quien pone minas en un campo de batalla, instaló por casi toda la superficie de la pequeña sala, la cuerda de lana templada, que zigzagueaba amarrada de las patas de las butacas que dispuso estratégicamente, y algunas botellas de licor vacías que al menor contacto caerían haciendo un estruendo delatador. Cualquier movimiento brusco del entrometido lo pondría al descubierto.

El golpe seco de la puerta la despertó otra vez, pero al fin no le prestó atención, quizás le estaba dando demasiada importancia a algo que no la tenía, además por fin había tenido una noche tranquila. Tal vez el sueño acumulado de tantas veladas de insomnio, la vencieron y logró profundizarse sin tener episodios de sobresaltos y extraños sueños que la atormentaran.

Se estiró satisfecha y aun tirada bocarriba en el colchón, se levantó lentamente y salió del cuarto para preparar la necesaria aromática de las mañanas. Su respiración se contuvo y pasmada quedó al ver sobre la barra un vaso medio vacío con licor y dos trozos de hielo que aún no se desleían en el líquido.

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