Suspendida

 

Entre otras cosas, extrañaba que cuando había llegado de sus fiestas a altas horas de la madrugada, se percataba de una luz azul tenue que se escapaba debajo de la puerta del apartamento del frente, pero contadas veces había escuchado cerrar la puerta de un fuerte golpe, más desconocía la identidad de sus habitantes.

Al principio se abasteció en el mini mercado del sector con frutas, legumbres y abarrotes de lo más básico, cereales y frutos secos para su dieta, también recargo su teléfono celular, único medio que tenía para estar comunicada con el mundo exterior, pues no contaba con televisor ni computador y así trataba de prepararse para lo que se avecinaba, algunas cervezas enlatadas que ajustaron su inventario de botellas comenzadas de diferentes licores que yacían en la barra.

Improvisó su gimnasio, desenrollando la lona, que alguna vez llevara a las clases de yoga en otros tiempos practicado, dos cuerdas elásticas enrolladas que sacó de un cajón y la esfera de caucho inflada, las dispuso en la pequeña sala y pensó para sí misma, ahora si el gimnasio está listo.

El agua cae de la ducha en delgados hilos sobre su rostro, y se desliza por su cuerpo lavando la espuma del jabón y deja al descubierto el tatuaje de una mariposa con sus alas abiertas en la parte alta de sus caderas.
Todavía envuelta en la toalla y con otra enrollada en su cabeza, prepara cereal luego se sienta en la butaca de la barra y lo come lentamente mientras revisa los mensajes en su teléfono, somnolienta, cuando termina camina hasta su alcoba y se tumba sobre el colchón.

El golpe seco de la puerta se escucha, ella se despierta sobresaltada y aún envuelta en la toalla corre hacia la puerta, se agacha y apoya su mejilla en el piso, tratando de mirar quien salió del apartamento del frente… pero nada, todo está solo y en un silencio aturdidor.

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