El Espejo Revelador
Propuesta Artística que aborda el cuerpo con relación al espacio, su entorno social, emocional y personal, dado que desde mí llegada al curso noté una gran rigidez corporal en los y las participantes, realizada en el DEI (Departamento Ecuménico de Investigaciones, San José de Costa Rica. Año. 2001.
Metodología desde la acción participativa
El cuerpo como medio y fin de la escultura, y a la vez, como proyección propia para ser pintado en un mural construido a partir de las reflexiones del proceso desarrollado entre el colectivo participante.
Se realizó una valoración inicial de la viabilidad de la propuesta en la que participamos el grupo completo y coincidimos en que sería bueno realizar talleres de sensibilización sobre el cuerpo como lenguaje creativo del individuo que concluyera en un mural.
Partimos de unas líneas de actuación que tienen que ver con la convivencia durante tres meses dentro de un centro de estudios con sacerdotes, monjas, diáconos, seglares, e indígenas.
Éramos entre jóvenes, adultos y mayores, un grupo aproximado de 35 personas venidos de diferentes países de Latino América, cada uno con diferentes e interesantes experiencias colectivas entre organizaciones sociales, buscando la relación cuerpo y espacio que pudiera incidir en el trabajo social, poniendo como fortaleza o limitante nuestro cuerpo, lo que nos separa y/o lo que nos une, y como nos afecta en sociedad.
Se realizaron varios ejercicios de orientación creativa y acercamiento, dirigidos al proceso itinerante y lo que para cada uno significaba nuestro cuerpo, como proyectar una imagen en beneficio de nuestros procesos comunitarios.
Partimos de nuestra cotidianidad y cómo nuestro cuerpo, desde que se despierta, es un actor, nos repensamos en solitario y en comunidad. Se escribió, se discutió bastante sobre este tema, dejando algunos puntos en común: nuestro cuerpo como un espejo revelador, ¿La imagen que proyectamos y la que realmente somos?
Días después realizamos ejercicios físicos como estar todos acostados sobre un césped y pasar unos sobre otros formando una especie de rollo sin tocar de forma consiente el cuerpo del otro, dejando simplemente que nuestros cuerpos se movieran, se expresaran.
Compartir esta experiencia fue muy enriquecedor y difícil ya que en su mayoría las personas participantes sienten un respecto profundo por el cuerpo, un miedo y una limitante por cruzar las fronteras entre otros. De hecho, hubo algunos que no quisieron realizar dicho ejercicio.