Reseña del Poemario Díptico

Cada parte del libro expone veinte poemas, atendiendo, tal vez, a ese llamado binario. En el primer segmento asistimos al “Museo de palabras” donde, cronológicamente, el espacio expositivo muestra obras marcadas con título y año (otro guiño binario del poeta). En la sala se arremolinan metáforas y analogías donde mariposas sin refugio bullen, la melancolía azul y las nubes de piedras se cuelan por la muerte eterna y acertijos de mujer. Nos paseamos por bellas descripciones ecfrásticas entre los años 330 a.C. y 1981.

En la segunda parte “Silencio en las tumbas”, Pedro Agudelo expresa cortos epitafios poéticos de veinte (guiño, guiño, es decir, apunte binario) artistas que vivieron entre el año 300 a.C. y 1988. Cada nombre se acompaña, como en la tumba, de la fecha de fallecimiento. Los tormentos de imágenes, los trazos tiernos, el blanco en pedazos y el fragmento de zinc cruzan las semblanzas como viento y tiempo ante las tumbas de los ilustres personajes.

¿Qué le falta a este poemario? El querido lector, para completar así la tríada (es bien sabido el gusto del poeta por las tripletas). Se requiere el espectador que provea de imágenes visuales este museo de palabras. A este lado, lo espera el espacio expositivo cerrado, lo espera un silencio ecfrástico.


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