“La historia del Erotismo”, de George Bataille.
La prohibición, la regla, la norma, todo lo que conlleve a la formación del Yo entra en dialéctica conflictiva con nuestro Ser, con nuestra libertad primigenia que nos da el solo hecho de existir; eso solo genera conflicto en el sujeto.
Somos discontinuidad, fragmentos de otros fragmentos, un sujeto en búsqueda de trascendencia.
El ser continuo es fragmentado por el sujeto discontinuo. El uno no podría existir sin el otro, al igual que la vida sin la muerte.
La interdicción ha sido fundamental para crearnos como civilización. “Ordenar” el desorden natural, civilizar nuestra animalidad libre y soberana. Pero nuestra gran tragedia es que nuestra verdadera situación ontológica irrefutable, irrenunciable es de inconmensurable insatisfacción, nuestro sin sentido es absoluto.
El erotismo es una forma de “evitar” la discontinuidad del ser humano, y Bataille, en este texto, plantea y analiza tres tipos de erotismo: el de los cuerpos, el del corazón y el sagrado, y analiza la forma que estos tratan de subsanar dicha discontinuidad.