El Espejo Revelador

La modelo numero 1: – una mujer delicada y aparentemente con una buena imagen de si, quiso ser representada con el color verde; ella posaba y sonreía, en tanto que su figura rígida se notaba.

Terminada la puesta en escena, la modelo se va y el trabajo queda en manos del artista que lo termina; luego tapa con un manto la obra para que el siguiente participante   no se sienta comprometido ni influenciado por el anterior. Así cada noche pasarían de a tres o cuatro personas que sumaban sus figuras a las ya dibujadas anteriormente en el espacio, y así ir concretando la propuesta artística planteada.

El color del fondo del mural fue, junto con otros detalles, concertados de manera conjunta con el grupo.

Cumplida una semana, el mural es terminado, y se procede a la entrega de la obra colectiva en la que participaron 20 personas, y en la cual cada uno eligió su sitio de ubicación dentro del formato y plasmó su postura para la construcción del mural, dejando entre líneas un intaglio de su carácter reflejado.

Una vez expuesto el proceso creativo cara al público, los y las participantes podían opinar.

Cuando el manto que cubría el mural fue retirado, la modelo numero 1, quien ante la imagen había posado una semana atrás, y quien había elegido el color verde, rompió en llanto… en la sala hubo un profundo silencio.

Ella replica: “¡Acabo de darme cuente de algo muy grandioso!, no lo supe hasta hoy que me veo reflejada en el mural, ¡Mi línea, mi figura se ha perdido!, ¡Estoy embarazada!”.

Es para mí muy bello que a través de una obra de arte en la que me reflejo ante un colectivo pueda entender que mi cuerpo habla y expresa de mí lo más entrañable y lo saca a la luz.

Los otros compañeros empezaron a buscar entre el mural algún signo que le diera sentido a su proceso personal o colectivo.

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