Del Homo Faber Al Homo Tecnologicus
En la contemporaneidad, es antagónico retomar el oficio como forma de producción y la lentitud que lo caracteriza, porque ya no corresponde, ni con la aceleración del mercado, ni con los intereses del consumidor; un consumidor altamente exigente y adicto a la novedad, que no valora lo hecho a mano porque lo considera anticuado, imperfecto o demasiado costoso.
La publicidad se encarga de hacerle sentir vergüenza y culpa al consumidor por estar fuera de moda, ridiculiza a los pueblos ancestrales por conservar intactos su vestido, sus oficios y saberes, considerándolos atrasados y sin ningún valor, convirtiéndolos así en consumidores activos de mercancías que el mercado oferta permanentemente y por último obligándolos a utilizar sus vestimentas ancestrales como disfraces para el espectáculo y el disfrute de los turistas y que estos se puedan tomar la selfie para luego exhibirse grotescamente en redes sociales.
Los oficios ancestrales al servicio de la moda.
En la actualidad, el sistema moda eleva lo hecho a mano a la categoría del lujo, y se lanza en una campaña masiva al “rescate” de lo ancestral. Pueblos y oficios ancestrales condenados al olvido y sometidos al abandono por la guerra de mercados, pueblos que habían sido los guardianes del saber heredado, se entregaron al sistema moda y hoy se debaten entre la indiferencia y el acoso de un estado indolente e ignorante frente a esta problemática, facilitando así la entrada de los grandes monopolios y las grandes casas de moda, que les arrebatan sus saberes y luego los contratan como mano de obra esclava. Así la trampa del libre mercado va ocultando la barbarie, y lo va mostrando como un valor agregado en la cadena de valor para los productos de lujo y alta gama de las grandes marcas.